Entrevista a Mónica Galán Bravo

Mónica Galán: “Las anteriores generaciones no hemos puesto el foco de importancia en hablar frente a otros y en la adultez hay verdaderos gigantes profesionales que no saben cómo hacerlo”

Anna Jiménez
Anna Jiménez Capel

Marketing & Comunicación
 

En Conference Office | Grupo Planeta entrevistamos a Mónica Galán, quien nos desvela las claves de hablar en público desde su experiencia y conocimiento como experta en comunicación y oratoria. 

¿En qué consiste el método Bravo?

Algunas universidades están considerando explicarlo como caso de éxito porque es una estructura discursiva que, si bien está basada en la introducción, nudo y desenlace de Aristóteles, tiene 2 resortes psicológicos de la persuasión que funcionan muy bien en fondo y en forma. A la hora de contarlo, como conferenciante y formadora, acabo dándole todo el espíritu de método bravo: mucho contenido y mucho continente, pero además con un sistema que va bien. Es un sistema discursivo y BRAVO es un acrónimo.

Tengo la fortuna de que además sea mi apellido materno, pero cada una de las letras significa una parte ordenada del discurso.

La bienvenida es parte de la introducción, que la conforman las 3 primeras letras, y consiste en pasar de 0 a 1, es decir, de pasar del silencio a empezar a hablar. Esta bienvenida, al contrario de lo que suele ser en el día a día cualquier ponencia donde es el momento más flojo y en el que casi se pide permiso para hablar, se vuelve todo lo contrario. Es un punto de fuerza para comenzar de una manera interesante. Cuando alguien empieza a hablar, la atención de la audiencia está muy alta y, lamentablemente, los nervios por parte de quien habla también. Se vuelve un momento muy decisivo. Ya no porque Pitágoras dijera hace unos cuantos años que el principio es más de la mitad de todo. No. Es que ese principio condiciona la visión del resto del discurso. Dando una bienvenida con fuerza captamos la atención y además estamos generando una proyección de seguridad, de control y de gusto por cada una de las temáticas de las que cada uno hable.

Luego hay una segunda letra que es el reconocimiento y que muestra lo que de verdad tendríamos que hacer los oradores o las personas que somos profesionales cuando hablamos frente a otros: mostrarnos agradecidos. Es el momento de reconocer que la única persona importante en la comunicación es quien escucha, quien lee este texto si tú lo llevas ahora a un blog, quien oye esta entrevista si fuera un podcast o hace unos minutos aquí abajo las más de 100 personas que escuchan una conferencia o una clase. El momento de reconocimiento se vuelve un anclaje emocional entre quien habla y quien escucha, un acto de comunicación viva. Con todo lo que nos está adelantando la inteligencia artificial, por suerte todavía no es capaz de ponerse a la altura de esta parte humana. 

La autoridad es el punto del discurso en el que yo explico de una forma sutil y respetuosa quién soy yo para hablar de lo que hablo, qué me legitima, qué me acredita, qué me autoriza. En mi caso yo hablo sobre cómo hablar en público porque tengo un método propio con mi apellido que funciona. Ya sabéis que, además, el Grupo Planeta -la Editorial- que alienta todo lo que tiene que ver con los libros más de empresa, me acompaña en este método BRAVO desde que lo saqué en 2018 y son más de 12 ediciones de un libro de oratoria. A mí me parece reseñable. ¿Por qué estoy orgullosa? Porque ha facilitado a muchísimas personas de habla hispana el momento de tensión que suele suponer hablar frente a otras. Así que en ese momento de autoridad explicas qué te autoriza, qué te acredita. Para quien sea abogada será su expertise con la abogacía, para quien sea pintor será su obra hasta el momento y en mi caso, que soy profesional del discurso, lo es esta teoría discursiva. 

Luego vamos a la letra que todos tenemos en común en cuanto a que hablemos de lo que hablemos cada uno sabe, o debería saber, de su temática: la v de valores. Es el momento en el que yo cuento eso que he venido a contar. Mi valor, mis ideas clave, cuáles son las ideas que refuerzan esta idea principal.

Y como te puedes imaginar, la o de ovación, es casi un ánimo aspiracional, el cierre que pretende ser memorable y que la gente recuerde de qué se ha hablado. 

Esto, que tiene sentido y que es a priori facilón, ha funcionado muy bien. Tan bien que el método BRAVO se ha convertido en conferencias, en un curso de 4 horas, de 8 horas, de 16 horas con práctica. Además, mi pasión por el lenguaje no verbal ayuda en conjunto a quienes pretenden hablar en público a mejorar fondo y forma. El lenguaje no verbal tiene 2 protagonistas muy marcados, que son el cuerpo y la voz. Se puede trabajar una comunicación más consciente para ayudar a que el mensaje llegue y no se pierda en un mundo que además nos tiene absolutamente distraídos por la cantidad de impactos diarios, por no hablar de la cantidad que recibimos por minuto, que es una absoluta barbaridad. En este mundo tan lleno de ruidos, tener un sistema para conectar con el otro se vuelve imprescindible.

¿Por qué quisiste ser conferenciante?

Yo empecé con conferencistas a dar clases de comunicación verbal y no verbal y a ayudar incluso a escritores dentro de la propia editorial. A mí me conocen porque estaba ayudando a este escritor o escritora como una asesoría, una consultoría, como un coach si quieres decirlo así, que es una palabra con mucha fuerza ya en nuestro día a día, como una entrenadora de habilidades comunicativas. Así que yo empecé primero ayudando a gente y luego me di cuenta que el método que tenía y que jugaba con estas letras se podía convertir en un sistema que otros leyeran. Mi trabajo era ayudar a otras personas antes de BRAVO y de todos los nuevos proyectos que tienen que ver la competencia comunicativa diferencial y con ayudar a que la gente se exprese de una manera más eficaz, eficiente y efectiva.

¿Una anécdota de una conferencia que siempre cuentes o que te haya marcado especialmente?

Además de ayudar a otros en sus conferencias, me marca mucho una cosa que se repite y que es más que una única anécdota, aunque me vienen a la cabeza ahora mismo 2 ó 3 que quizá sería para tomarnos un café. Son 10 años y algunas dan para un libro tragicómico. Yo te diré algo muy especial ahora y relacionado con lo que hablábamos de los inicios. Hay gente que sabe un montón y a la hora de contarlo se frustran tanto y se ponen tan nerviosas o nerviosos que al final no llega el mensaje. Para mí la anécdota de las anécdotas es que he podido acompañar a personas enamoradas de su temática y hacer que brillen delante de miles de personas. Para mí es un orgullo ese alguien desconocido que quiere hablar en la boda de oro de sus padres. Esos discursos son preciosos, si bien es cierto que por mi fuerza en el mundo profesional son las grandes multinacionales las que más me contratan, pero de verdad que me enorgullece tanto cuando alguien me dice “se casaba mi hija, he hablado en la boda, me he leído BRAVO, lo he hecho perfecto y todo el mundo me dice que se han emocionado” como cuando un CEO de una compañía triunfa con sus discursos. 

 ¿Cuál es el principal problema y/o reto comunicativo que detectas en las empresas?

Por suerte ahora las mamás y papás que me leen, que me siguen y me contratan para conferencias, cursos o incluso entrenamientos 1 a 1 me cuentan cosas muy distintas de sus criaturas. Desde el cole ya se están haciendo presentaciones en público, incluso en un segundo idioma como es el inglés u otros. Nosotros, las anteriores generaciones, no hemos puesto el foco de importancia en hablar frente a otros y, claro, ahora en la adultez hay verdaderos gigantes profesionales que no saben cómo hacerlo. ¿Cuál es el problema? Que se ponen muy nerviosos, que en ese momento desearían tener poderes para que se fuera la luz y así no hablar frente a otros. Tiene que ver mucho con la expectativa: cuál va a ser, me van a juzgar o no. 

El trabajo tiene que ir enfocado al tú puedes y esta es la manera de hacerlo; no es solo la técnica y no es solo la práctica. 

Haces muchas conferencias nacionales e internacionales (principalmente LATAM), ¿detectas las mismas necesidades comunicativas en España que en otros países o has encontrado diferencias?

Trato de contestar que no hay diferencias. He dado conferencias en español, pero también a angloparlantes en inglés y se puede decir que la raíz es la misma. Hay muchos puntos en común en Latinoamérica y en España. Tengo una referencia en Venezuela y no encuentro esas diferencias. Hay algo que quizá podría destacar de muchos de los países de Latinoamérica que me contratan y es mucha humildad y ganas de aprender. También me pasa en España, pero me ha venido decírtelo porque veo mucha ilusión y mucho cariño, como que “Mónica Galán sabe de esto, pues vamos a aprender de ella”. En el día a día vivo en España y me contratan aquí muchísimo, es una fortuna y me siento agradecida. 

Si pudieras dar un único consejo a alguien que está empezando en el mundo de las conferencias, ¿cuál sería?

A los mejores les diría que contratasen a un profesional para ser todavía mejor. A los que todavía no son las mejores y los mejores, que están todavía empezando, que contraten a un profesional para ser mejor. A veces es un libro, a veces es mirar varias conferencias para modelar qué es lo que hacen bien otros y qué cuestiones evitar. Yo me acuerdo de un autor que decía “yo nunca he leído un libro similar a lo que voy a escribir para no condicionarme”. No es mi filosofía. Yo creo que hay que leer mucho, ver mucho y después buscar tu propio sello y conectar con la autenticidad. Pero desde luego les diría que la comunicación, y más en un conferencista, es algo que hay que entrenar de forma profesional igual que ir a la peluquería a que te corten el pelo en vez de hacérselo uno a sí mismo.

La comunicación es como un músculo: se puede entrenar; es más, se debe entrenar. 

 

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